EL SAQUEO.
Por
Raúl Cardillo.
Sabía
que esa noche no pasaría nada.Ni ninguna otra.Para
Sebastian,encargado nocturno de seguridad del supermercado,todo esto
de los saqueos era algo inventado y manipulado.Ahora que se
aproximaban nuevas elecciones,alguna fuerza opositora aprovechaba.
De
todos modos afuera estaba la policía.Un camión antidisturbios,por
las dudas.
Y
quién podría salir en una noche así.Diluviaba,el riachuelo cercano
comenzaba a desbordarse.No era noche para paseos ni menos para
saqueos.
Adentro,al
menos por las noches,era su reino privado.Ya llevaba diez años en
ese trabajo y nada alteraría su rutina.Ni policias ni saqueadores.
Seleccionó
algunos quesos,ahora que estaban tan caros,pan y una botella tres
cuartos de vino.Tenía regulada la ingesta y no lo afectaría para
despertarse por la mañana,aunque durmiera profundamente gran parte
de la noche.
Un
banco de plaza,de madera,estaba dentro del local.Ya se había
acostumbrado a dormir en el pese a la aparente incomodidad.Era un
hombre de habitos firmes.
Así,hizo
todo como cada noche,durmiéndose profundamente.
No
pudo ver,por tanto,la primera cabecita morena asomándose entre las
góndolas.
Ni
escuchar las suaves pisadas corriendo por los pasillos.
La
invasión había comenzado.A pesar de la tormenta o quizá a causa de
ella,quién sabe.
Sebastian
era bastante cerdito,con perdón del chancho,para comer.Se había
desparramado encima queso,manteca,algo de mermelada y migas de
pan.Claro que por las mañanas antes que llegaran el dueño y los
empleados,limpiaba prolijamente,cambiándose la camisa de ser
necesario.
El
olor de la comida pudo haber atraído a los vistantes,que para esta
hora ya eran multitud.
Primero
comieron timidamente.Después nada las detuvo.
Sebastian
no atinó a gritar.Su lengua y su garganta estaban desgarradas y
comidas.La sangre era un festín como una buena sopa.La grasa de su
cuerpo,un manjar.
Por
la mañana encontraron poco mas que un esqueleto con pingajos de
músculos aquí y allá.
Como
la lluvía había terminado y el nivel del río descendido,no quedaba
ni una sola RATA.
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