Sola en la multitud.

Sola en la multitud.
Ausente para mi muerte.

jueves, 30 de abril de 2020

EL ASCENSOR


EL ASCENSOR.

El edificio tiene diez pisos de oficinas,es antiguo y posee un pequeño ascensor.
Siempre coincido en él con una hermosa joven.
Rubia,de pelo largo,alta y de proporciones perfectas.En ocasiones viajo solo con ella,hasta el octavo donde ella baja.Yo continúo hasta el décimo.Cada uno a su trabajo.
Apenas intercambiamos la insinuación de un saludo,un grácil gesto.
Nunca palabras.
Parece sumamente reservada,por recato o timidez.
Ahora a causa de la terrible pandemia,nuestras respectivas oficinas son las únicas abiertas.
Me ha dedicado una sonrisa en estos días.
Debo reconocer que me atrae con fuerza.Hasta que la amo a la distancia.
Ayer me preocupé.Su rostro estaba congestionado,sus ojos rojos.
Tenía una ligera tos.
El virus es respiratorio.Letal y muy contagioso.
Hoy estaba mal.No sé como salió a la calle en ese estado.
En medio de un acceso de tos,por suerte yo llevaba un cubreboca,el ascensor se detuvo.
¿Descompustora?¿Corte de luz?
La mujer se puso histérica,gritaba y tosía,se abrazó a mí.
Por segundos sentí la fuerza del deseo,luego reaccioné.
El viejo ascensor tenía en el techo una abertura rebatible,fácil de manejar.Soy alto y ágil y en unos saltos pude levantarla.
Me aferré a los bordes y comenzé a salir.
Ella se agarró a mis piernas,no pude desprenderme,mi fuerza estaba centrada en elevarme.
-Esperá,no me dejes-
Salí con ella colgada y tosiendo,un líquido viscoso salía de su boca,no percibí bien si era espuma o sangre.
Recordé las peliculas de acción, en las que hay escapes de ascensores.
Me puse a hacer lo mismo.
Ambos sobre el techo del ascensor,ella empeorando.
En ese momento el ascensor comenzó a subir,la energía volvió o el desperfecto se compuso.
Ella se rió,es una forma de decir,entre espumarajos y volvió a abrazarme.
El ascensor se desplazaba lento por los carriles engrasados.
Me bastó empujarla para que quedara atrapada en ellos mientras el ascensor seguía su curso.
La sangre y sus carnes deshechas caían hacia el foso acompañadas por el crujir de sus huesos aplastados.
Un triste accidente en el intento de salir de esa emergencia.

martes, 7 de abril de 2020

LA TOS


LA TOS.

Cuando el viejito tosió las miradas de los escasos diez pasajeros se clavaron en él.
El conductor detuvo la marcha del vehículo.
Volvió,sin poder evitarlo,a toser.
El terrible virus se expandía a gran velocidad por todo el mundo.Era una pandemia mortífera con miles de muertos.
Se trasmitía por vía respiratoria,como un vulgar resfriado.
En pocos días morían entre atroces dolores mientras escupían los restos negros de pulmón.
Afectaba mayormente a los viejos,quienes tenían restringida su salida a la calle.
En el caso del pasajero que tosió habían hecho una excepción ya que lo conocían en el pueblo.Era un humilde médico que visitaba a sus pacientes trasladándose en colectivo.
Volvió a toser.
No dudaron.La soga y los palos estaban preparados.
Lo empujaron con los palos y en la primer plaza lo bajaron colgándolo de un arbol.El viejo,resignado no protestó.Solo siguió tosiendo.
Alguién no quedó conforme.Con una manguera extrajo un poco de combustible del tanque del omnibus.
Encendieron el cuerpo que chisporroteó y quedó en un suave balanceo como si danzara una secreta musica del aire.